Internet en general, y las redes sociales en particular, son fenómenos masivos y globales, cuyas ventajas ya casi no hace falta explicar. Estas ventajas, o al menos alguna de ellas, han sido apreciadas rápidamente por aquellos que quieren usar estas plataformas para vender productos o servicios, de manera directa o indirecta.
El asalto 2.0
Muchos de ellos han entrado en el mundo 2.0 sin haber hecho el esfuerzo de entenderlo, sin comprender que en este entorno las reglas del juego son diferentes y, lo más grave, sin darse cuenta de que el territorio en el que han irrumpido pertenece a las personas que lo sustentan con sus interacciones.
Ignorando todos estos puntos, con el punto de mira puesto en la venta y el cargador repleto, entran y disparan a todo lo que se mueve, con los resultados que podemos imaginar.
Tras una primera experiencia más o menos desastrosa, algunos de estos francotiradores han visto una solución al desinterés que sus técnicas de asalto 2.0 han provocado entre su público potencial. Al fin creen haber encontrado el vehículo que les llevará a ese filón, que alguien les ha hecho creer que existe, de clientes alrededor del mundo, deseosos de emplear su dinero en la primera tienda online, u offline, que encuentren.
Esta solución, como muchas otras que provienen del mundo del marketing, tiene un nombre en inglés: influencers.
Qué es un influencer
Un influencer es una persona que tiene a su alrededor una comunidad de personas que le consideran relevante en una o varias áreas de conocimiento, sobre las cuales, por su autoridad en la materia, tiene capacidad de influir positiva o negativamente.
Este fenómeno no es nuevo, mucho menos el mundo del marketing, donde los prescriptores o embajadores de marca existen desde hace décadas.
La gran diferencia de los influenciadores 2.0 es que estos pueden ser personas de a pie, casi anónimas fuera de su entorno específico y que, en muchos casos, ni siquiera trabajan en el área de conocimiento que dominan. Por ello, muchas de las marcas y vendedores francotiradores han visto una gran oportunidad en ellos para llegar al cliente objetivo con mucho menos presupuesto que con otras acciones tradicionales y con mayor efectividad.
Nuevamente, sin hacer el más mínimo esfuerzo en conocer las particularidades de estas personas, han vuelto a coger el arma y a disparar indiscriminadamente.
¿A cuánto está el kilo de influencer?
Así, bloggers y personas con un buen número de seguidores en alguna red social son requeridos a diario por cualquiera que venda su producto o que haya lanzado una aplicación, para que éstos sirvan de plataforma publicitaria, por supuesto gratuita.
Ni siquiera tienen en cuenta si el blog o la línea editorial del influencer en cuestión tiene la más mínima relación con su producto, simplemente disparan a diestro y siniestro, directamente o a través de agencias creadas ex profeso.
Estas agencias, por otro laso, facturan sus servicios a los clientes correspondientes, mientras tratan de “comprar” la difusión de sus contenidos en las plataformas de los influencers con cuatro canapés servidos en el evento de turno y una foto en la sección de crónica social del periódico local.
Pero, con todo, no es esta la peor de las proposiciones que suele recibir un influencer. A veces, alguna empresa, generalmente pequeña o mediana, contacta con el influencer para preguntarle directamente cuántos seguidores le puede conseguir.
Que los influencers tengan un número de seguidores con cierta disposición a escuchar lo que éste tenga que decir no significa, aunque pueda haber casos, que se vendan al mejor postor.
Un influencer es una persona que ha dedicado muchas horas y esfuerzo para ganarse una reputación y el reconocimiento de sus seguidores y, por esa razón, valora especialmente su credibilidad, actuando con la mayor coherencia posible. Esto no quiere decir que no esté dispuesto a conocer un producto, aplicación o servicio de forma gratuita o a cambio de una compensación económica: lo hará si lo considera coherente con su línea editorial y si cree que su opinión puede ser relevante para su comunidad, pero difícilmente va a acceder a convertirse en un vehículo publicitario y, mucho menos, en un reclutador de seguidores a sueldo.
De la misma manera que las redes sociales han multiplicado las posibilidades de relacionarse con el cliente potencial, el influencer marketing puede ser otra buena posibilidad de hacerlo, pero en los dos casos debe plantearse una estrategia en la que todos salgan ganando, muy especialmente el cliente objetivo.
Así que, si un día te hacen una proposición como la que he descrito, piensa que tu reputación y credibilidad son lo más valioso que tiene tu marca personal, actúa en consecuencia y… ¡alégrate!, eres un influencer.
Celestino Martínez es consultor, formador, conferenciante y director de retail marketing en Flow The Retail Partner. Tras acumular una gran experiencia durante más de 20 años en múltiples áreas del mundo del retail, se ha especializado en las áreas de retail marketing y marketing experiencial.
Como consultor trabaja con marcas y empresas de distribución de retail y en su faceta de formador colabora con numerosas universidades, escuelas de negocios e instituciones. También es requerido como conferenciante y maestro de ceremonias tanto por eventos profesionales como por empresas que trabajan con el sector retail.
Su blog personal obtuvo el Premio Oro al Mejor Blog de Marketing 2012. También escribe en publicaciones profesionales de marketing y retail de España y Latinoamérica y es autor en varios libros.
Muy buena entrada,
Sabía algo de ese mundo, pero como comentas, hay que tener cuidado con los que quieran aprovechar tu tirón para vender…Como me dijo una vez un compañero entendido en Personal Branding….»la reputación cuesta muchos años ganarla, pero sólo unos segundos en perderla».
Saludos!
http://www.danielclaros.com
Efectivamente, Daniel.
Cuesta muy poco perder la reputación (lo mismo la online que la offline). Y lo triste es perderla por un espejismo, dos canapés o un ratito de gloria.
Saludos,
Celestino Martínez.