Ahora es más fácil saber qué porcentaje de empresas comunica eficazmente con sus profesionales. Se ha perdido el miedo a responder encuestas anónimas, y los mal llamados «empleados» -cómo odio esa palabra- prefieren ser más transparentes que antes.
Este dato podría ser irrelevante, pero en plena era del employee brand advocacy es del todo relevante. Lo es porque un CEO no puede exigir a su gente que actúe como embajadores positivos de la empresa o de su marca (brand advocates) sin compartir antes información clave. Y tampoco sin permitirles un desarrollo adecuado de su marca personal.
Las empresas suspenden en comunicación interna
En efecto, y con suspenso no me refiero a compartir la información que todo el mundo puedo ver en una web. Me refiero a conocer los objetivos a medio plazo de la empresa y de sus marcas.
Sólo un 42% conoce los objetivos de la compañía
El dato, extraído de un estudio de la empresa Weber Shandwick recogido el informe Employees Rising, sobre una base de 2.300 profesionales que trabajan en empresas de +500, es revelador.

El mismo estudio indica que el peor flujo de información se produce desde el CEO hacia abajo (solo un 17%) comparado con el de un supervisor inmediato (31%).
La utopía del engaged employee entre el caos de la comunicación
A las empresas les suena a música celestial eso de «engaged employee» (empleado activo y comprometido, portavoz natural de la compañía). Pero en un contexto de comunicación deficiente eso es una utopía.
¿Cómo puede la empresa esperar más participación activa de su gente en la construcción de la marca sin compartir la información más básica sobre los objetivos a medio plazo de la misma?
Y lo que es peor, ¿Cómo puede la empresa esperar más participación activa de su gente sin dar nada a cambio?
Ayudar en el refuerzo de la marca personal
Hace pocos día escribí en el blog de Soymimarca que el employer branding (fomento de la marca empleadora para atraer talento externo) es una inversión sin retorno si antes no se invierte en quien ya está dentro.
A las personas no se las retiene, tampoco detiene. Se les debe crear el marco para que puedan desarrollar su marca personal. Con información, con formación, con programas mentorizados, con participación en la toma de decisiones, con firma propia en medios de comunicación corporativos, tanto internos como externos.
El lado humano del branding
Curiosamente, la palabra branding (proceso de construcción de marca) está más asociada a elementos icónicos -la marca, el campo de significados, la comunicación interna, la publicidad, las relaciones públicas, el manual de estilo…- que a personas. Error.
El branding tiene forzosamente un componente humano. Los auténticos transmisores de valores y de confianza están dentro.
Hace dos días escuché a Micky Ribera, CEO de Be[Agency], que hoy vender marcas es vender humo. Al principio puede parecer chocante. Pero tiene razón, las marcas no deben venderse, deben confiar ese rol en el marketing de productos y servicios. El papel de la marca no es vender, es tender puentes, es generar confianza, de tú a tú, humanizando, conectando.
Para ello, es imprescindible que fluya la comunicación de calidad desde el CEO hasta el becario. Así se asegura que las acciones potenciadoras de employee engagement y employer branding son eficaces.

Convencido de que todo deja marca, ayudo a empresas a conectar mejor con sus stakeholders a través de programas de personal branding (gestión de marca personal) y employee advocacy (programas de embajadores internos de marca).
Socio de Soymimarca e Integra Personal Branding, Brand Director de Omnia Branding, también colaboro con Ponte en Valor, Brandergizers, MoreThanLaw, Noema Consulting y Quifer Consultores.
Participo en diversos programas en IESE, ISDI y EAE, entre otras. Publicitario colegiado, Master en Marketing. Estudiante del grado de Humanidades.
Mi ADN publicitario viene de 20 años en agencias: Tiempo/BBDO, J.W.T., Bassat Ogilvy, Saatchi & Saatchi, Altraforma y TVLowCost entre otras.
Interesantes reflexiones, que nos ayudan a entender la evolución del management en el siglo XXI, que se está centrando sobre todo en el papel del empleado, ya que es el único activo estratégico, que una empresa puede moldear a su gusto.
Cierto Juan, y añadiría que además de que la empresa puede moldear a su gusto al empleado, éste también puede hacerlo con la empresa. Y ese creo que es el principal avance. Mil gracias por escribir!