Parece que nos habituamos al desencuentro. Leer la prensa cada mañana lo ratifica: no hay diálogo, no hay paz. Estos últimos días hemos vivido situaciones especialmente graves de falta de diálogo: el conflicto de Ucrania quizás sea el caso más claro, pero desgraciadamente ha habido más, como el conflicto de Coca-Cola en España con su ERE del que tuve ocasión de escribir hace unos días, lo que se conoce como «el desafío soberanista catalán», los problemas de los inversores de preferentes en Bankia, el desencuentro de Iberdrola que ha decidido no invertir más en España…
Uno puede pensar que todo esto no tiene remedio, pero lo tiene. Cuando dos personas están condenadas a entenderse dejan de practicar monólogos y se abonan al diálogo. Diálogo significa, sobre todo, escuchar al otro, pero no solo eso: se trata de empatizar, de ponerse en la piel del otro para entender mejor la complejidad del problema y abrirse así a soluciones posibles. Luego estaría la tolerancia, que sería respetar la posición contraria a pesar de no compartirla.
Me llama la atención la capacidad de encontrar soluciones de la ministra de fomento española, Ana Pastor, y su homólogo catalán, el conseller Santi Vila. En un entorno de máxima hostilidad en las relaciones España/Cataluña, Pastor y Vila han sido capaces de empatizar y atreverse con el diálogo; como no podía ser de otra manera, esto da sus frutos.
Al hilo del diálogo y la empatía, leo en El País que un grupo de emprendedores de Barcelona llamado BeAnotherLab ha creado un instrumento para experimentos de neurociencia llamado «La máquina para ser otro«, que crea y mide la empatía social. El invento, en fase beta, podría ser, junto con la voluntad de solucionar las cosas, el remedio para resolver los grandes problemas ocasionados por el monologuismo imperante en nuestra sociedad. Ojalá que este equipo encuentre la financiación para acabar de desarrollar su proyecto. ¿Nos imaginamos a Rajoy en la piel de Mas y a Mas en la de Rajoy? ¿Sin condiciones previas, ni presiones de ningún tipo?. Pastor y Vila lo han conseguido, quizás no sea tan difícil.
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Convencido de que todo deja marca, ayudo a empresas a conectar mejor con sus stakeholders a través de programas de personal branding (gestión de marca personal) y employee advocacy (programas de embajadores internos de marca).
Socio de Soymimarca e Integra Personal Branding, Brand Director de Omnia Branding, también colaboro con Ponte en Valor, Brandergizers, MoreThanLaw, Noema Consulting y Quifer Consultores.
Participo en diversos programas en IESE, ISDI y EAE, entre otras. Publicitario colegiado, Master en Marketing. Estudiante del grado de Humanidades.
Mi ADN publicitario viene de 20 años en agencias: Tiempo/BBDO, J.W.T., Bassat Ogilvy, Saatchi & Saatchi, Altraforma y TVLowCost entre otras.
No sé yo cómo resultaría ese experimento que propones de experimentar ese invento con Mas y Rajoy ¿Te imaginas que se vieran reflejados el uno en el otro? No tengo claro si eso sería bueno o malo ^^
Saludos.
je, je, tampoco tengo claro si sería bueno o malo. Lo que sé seguro es que si no se intenta no se sabe.
Gracias por escribir, Gabriel
Como bien dices, el branding enfocado a nivel profesional quizás no requiera escarbar demasiado. Ahora bien, yo estoy leyendo bastante sobre marca personal y Andrés Pérez Ortega habla del branding como algo global, no solo enfocado a nivel profesional. El tema del autoconocimiento es una de las patas que veo que puede cojear en marca personal (hablo siempre como nuevo en este tema). Si de verdad se trata de un replanteamiento de lo que la gente quiere (en base a unos objetivos), de que pueda decidir en vez de que decidan por ti ..estoy de acuerdo en el que el autoconocimiento es muy importante..pero no se si solo es cuestión de meses..Un saludo, Javier