Es interesante la expresión «changemakers« que utilizan los autores del libro “Social Selling”, Tim Hughes y Matt Reynolds (Kogan Page, 2016). Podríamos traducirla literalmente como “hacedores del cambio”, aunque la expresión más aceptada es “agentes del cambio”.
Sin ninguna duda, los impulsores del negocio en las organizaciones son los vendedores (comerciales, account managers…) junto a los ejecutivos que toman las grandes decisiones. Pero con la cuarta revolución ha emergido una figura nueva: los Changemakers o agentes del cambio.
Mi colega Eva Collado define a estos changemakers como líderes informales de las organizaciones, conectados, formados, informados, y que acaban tomando decisiones clave que anteriormente tomaban los grandes directivos (Hughes los llama C-Suites). Raquel Roca preferiría llamarlos Knowmads, esos nómadas del conocimiento que muchos creen que son siempre agentes libres, pero que realmente también los encontramos en empresas trabajando por cuenta ajena.
De ejecutivos a changemakers
Los ejecutivos de las organizaciones ya no tienen únicamente como misión tomar las grandes decisiones, gestionar equipos o clientes. Su máxima prioridad, en la economía conectada, es actuar como changemakers, como agentes del cambio. Pero, ¿por qué?
Porque ayer no existe, aunque la marca que ha dejado nos puede afectar al mañana. Y la decisión, el proceso de cambio, hay que tomarla hoy. Este galimatías temporal puede ser la clave que justifica que estos nuevos ejecutivos ejerzan como agentes del cambio en un entorno difícil. Vivimos en aguas movedizas, donde éxitos pasados no solo no garantizan éxitos futuros sino que los niegan.
Este barrizal, formado por átomos y bits (lo real y lo digital) requiere modificar la forma de pensar de los ejecutivos para adaptarse a situaciones imprevistas, no tratadas todavía en casos de estudio de escuelas de negocio. Si antes pensábamos que el fracaso es la antesala del éxito, ahora deberíamos entender que el cambio es la palanca de la supervivencia y del crecimiento.
Se nos llena la boca de transformación digital, pero esa no es la espoleta del cambio
La expresión transformación digital se está gastando por exceso de uso y por uso indebido. Estoy trabajando con un directivo de una organización del área de telecomunicaciones. Hablando con él, trabajando su modelo de negocio, me doy cuenta de algo importante:
Primero se requiere trabajar en la transformación de personas y el cambio cultural de la organización, y de ahí a la transformación digital
Y ahí es donde veo el verdadero sentido del cambio. La personas, primero. La cultura organizativa, después. Y la transformación digital, al final, como una de las líneas del cambio.
El error que cometen muchos ejecutivos en organizaciones es tratar de implantar la transformación digital sin antes haber trabajado a fondo en un cambio de personas y cultura empresarial. Comenzar la casa por el tejado. A menudo nos dejamos llevar por palabras más que por conceptos y planes de acción.

Executive branding para changemakers
El executive branding es un proceso de personal branding pensado para agentes del cambio, para profesionales que deben decidir y gestionar la transformación.
Algunas escuelas de negocio ya lo han incluido en sus planes formativos. Pero en mi modesta opinión y basado en mi experiencia, un proceso de executive branding está más cerca de la consultoría que de la formación. No podemos considerar a un individuo que debe tomar decisiones críticas como si se tratara de un colectivo.
El branding para agentes del cambio es un proceso muy introspectivo, en que los valores personales juegan un papel relevante, y donde la empatía se convierte en la palanca de la transformación de personas y equipos. Las organizaciones son sus personas. Y quienes las dirigen deberían imprimir su ADN y enriquecer así unos valores corporativos excesivamente poco diferenciados.
El executive branding no pretende únicamente empoderar a ejecutivos para desarrollar su marca personal o formarlos en competencias digitales. Debería ser más ambicioso y ordenado, con la idea de gestionar un cambio permanente en personas, cultura, organización y desarrollo de negocio. Solo así se puede llegar a la transformación digital, un concepto al que le quedan 15 o 20 años de existencia hasta que millennials y centennials lleguen a ocupar puestos de responsabilidad.
El proceso y los artífices
Por no extenderme -y por proteger un poco el método- no desglosaré el proceso de executive branding, pero sí los recursos necesarios para llevarlo a cabo.
Dado que para mí se trata de consultoría, es un bis a bis. Pero no de un consultor a un “cliente”, sino de un equipo a un cliente.
- La parte introspectiva requiere, a mi modo de verlo, a una persona formada en psicología. Últimamente se ha focalizado mucho el autoconocimiento en el coaching, pero me niego a creer que cuatro o cinco años de formación en psicología se pueden comparar a seis meses o un año de coaching. Si además de psicología hay formación en coaching, mejor, pero no es indispensable.
- La parte estratégica requiere dos elementos clave: por un lado a alguien con mentalidad y experiencia en estrategia, y también a alguien con experiencia directiva y de transformación cultural.
- Finalmente, la parte de comunicación requiere a alguien con competencias y experiencia en esta área. Alguien que pueda no solo desarrollar sino acompañar en un plan de acción que ponga la propuesta de valor y de cambio al servicio de la organización y sus principales stakeholders.
En resumen, diría que para forjar a un changemaker se necesitan changemakers. Que tengas una semana inspiradora.
Dedicado a Christian Fernández, un verdadero changemaker. Y a mis buenos amigos psicólogos y personal branders Helena Casas, Fran Segarra, y Elena Arnaiz.
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Convencido de que todo deja marca, ayudo a empresas a conectar mejor con sus stakeholders a través de programas de personal branding (gestión de marca personal) y employee advocacy (programas de embajadores internos de marca).
Socio de Soymimarca e Integra Personal Branding, Brand Director de Omnia Branding, también colaboro con Ponte en Valor, Brandergizers, MoreThanLaw, Noema Consulting y Quifer Consultores.
Participo en diversos programas en IESE, ISDI y EAE, entre otras. Publicitario colegiado, Master en Marketing. Estudiante del grado de Humanidades.
Mi ADN publicitario viene de 20 años en agencias: Tiempo/BBDO, J.W.T., Bassat Ogilvy, Saatchi & Saatchi, Altraforma y TVLowCost entre otras.
Excelente Guillem!! Algún libro que recomiendes para mantenerme al día en este tema? Un abrazo desde RD!
Hola Elizabeth! Gracias por tu feedback. Temo que el libro aún no se ha escrito. ¿Quizás una oportunidad? ;-) Un saludo mediterráneo!
Excelente
Mil gracias, Pedro! El orden de los factores, en este caso, altera el producto!
No debemos cansarnos de repetir que las empresas son PERSONAS que venden algo a PERSONAS, por lo que los ‘changemakers’ siempre serán de igual manera PERSONAS.
Habiendo establecido eso, subrayaría que como muy bien indica el pensamiento sistémico o ‘Systems Thinking’ una organización de personas pasa a crear su propia identidad colectiva que es más que la simple suma de individuos. Por lo tanto, el cambio en las personas generará a su vez un cambio en la mentalidad, los procedimientos, etc. que al final se traducirá en un cambio sistémico.
Ojalá el Systems Thinking se imponga, amigo Oscar… Muchas organizaciones todavía ven a sus profesionales como meros «recursos», equiparándolos con la maquinaria, la flota de vehículos… Nos queda mucho por hacer para lograr ese cambio sistémico. Mil gracias por el comentario!