En los últimos años hemos pasado de mensaje, medio, público objetivo a relato, plataforma, audiencia.
Puede parecer que se trata de una cuestión meramente formal, pero el cambio no es gratuito. Se sustenta en la necesidad de proyectar nuestras actitudes además de nuestras aptitudes.
No es cierto eso que circula últimamente de que la experiencia acumulada, una carrera universitaria o un máster no sirvan para nada. Lo que sucede es que eso no es lo único que se valora.
Ha llovido desde que Goleman publicó su Inteligencia Emocional. Y lo cierto es que ahora cada vez damos más valor a nuestras competencias soft: adaptabilidad, negociación, liderazgo, trabajo en equipo, valores, asertividad, empatía…
Ya no es lo que decimos, es cómo lo contamos, en qué soporte o plataforma y a qué audiencia.
De mensaje a relato: de la frialdad de los datos a la conexión emocional
Vamos mejorando. De «comercial» a «account manager» hay algo más que una traducción. La idea de «manager» transmite compromiso, responsabilidad. Es un principio. No hay una propuesta de valor, pero sí hay más valor en la propuesta.
Insisto una vez más que si nos presentamos con el cargo que aparece en la tarjeta de visita perdemos una oportunidad de conectar. Aunque hay excepciones. Recuerdo hace casi 20 años conocí a un empresario prometedor de la familia Bonomi / Benetton que me entregó una tarjeta en que bajo el nombre se leía in charge of ideas (a cargo de ideas). Sin duda era un pionero.
¿Cómo podría trabajar un «comercial» su propuesta de valor? Leyendo el genial post de Inge Sáez «Cómo escribir un titular profesional de alto impacto en Linkedin» leo el ejemplo inspirador de Tino del Pozo: «… Ayudando a generar tráfico, leads cualificados y ventas». Mejora, ¿no crees?
El secreto: Propuesta de valor + Valores
No soy de los que tiene fórmulas mágicas, no escribo estas líneas desde la planta 60 de un edificio de Nueva York. Creo que las palabras éxito y liderazgo están empezando a gastarse de tanto pronunciarse, a veces en contextos comprensibles y a veces banalizando su idea. Yo distingo a dos tipos de personas: las que conectan y las que no conectan.
Las personas que conectan suelen trabajar a fondo su propuesta de valor, a la que acompañan de sus valores. Pero no de forma declarativa, sino demostrativa. Hace poco mi admirado Joan Clotet me invitó a dar unas charlas sobre cómo crear relatos a partir de datos (del dato al relato). La charla, que tuvo lugar en el IE en Madrid, la organizaba el «jefe» de Joan, Aitor. Joan le habló a Aitor de mí para pilotar esa charla sobre relato.
La respuesta de Aitor fue «sobre todo, que sea una buena persona». Aitor presuponía que yo podría tener las competencias para hablar de relato, por lo que necesitaba asegurar era lo que a él le importa de verdad: que la gente con la que se rodea sea buena gente.
A eso algunos le llaman liderazgo, yo prefiero llamarlo conexión, conectividad. No se dice, se hace.
De medio a plataforma: buscando la omnicanalidad
Siempre cuento en mis charlas que hace sólo 12 años, para que un mensaje personal llegara a 5.000 personas necesitábamos utilizar medios y pagar un buen dineral por unos espacios contratados ahí.
Hoy el cuento ha cambiado, gracias a Internet pero también al desarrollo de tecnologías que nos permite el uso de internet desde, por ejemplo, la playa.
Este mismo artículo que lees puede llegar potencialmente a 5.000 o 20.000 personas a coste cero gracias a esas tecnologías. El coste cero es una metáfora, ya que de alguna manera estamos poniendo nuestro tiempo para escribir, preparar lo escrito y difundir. Pero ya no hablamos de medios, hablamos de plataformas.
Antes, los artículos de la prensa escrita desaparecían …en el tiempo, como…lágrimas…en la lluvia (Gracias Ridley Scott por ese momento único en Blade Runner).
Ahora las hemerotecas son de acceso público (casi todas) y los contenidos se encuentran en segundos y «viven» para siempre. Nuestra marca es permanente.
La audiencia es líquida, no te conoce, te encuentra
La última parte, pero seguramente la más importante, es la audiencia. Hemos pasado del concepto Kotleriano de la segmentación de mercados a la idea de que no eres tú el que segmenta, es la audiencia la que lo hace.
No te conocen, pero te encuentran. Es así de sencillo. Pocos buscan contenidos por el nombre de su autor, los buscan por la afinidad con el propio contenido.
La fidelidad de la audiencia es hacia el contenido, y el reto es hacer que sea hacia el creador del contenido. Para que eso se produzca necesitamos algo más que una propuesta de valor y unos valores. Necesitamos que todo eso se convierta en un estilo único, diferenciado, que atraiga tanto para crear una audiencia más o menos permanente (ya que la fidelidad en esto no existe).
En resumen, para subirnos al SXXI, basta con mirar la realidad de otra manera. Demostrar más que mostrar. Menos mensaje y más relato, en la plataforma adecuada y con suficiente fuerza como para atraer a una audiencia líquida.
Convencido de que todo deja marca, ayudo a empresas a conectar mejor con sus stakeholders a través de programas de personal branding (gestión de marca personal) y employee advocacy (programas de embajadores internos de marca).
Socio de Soymimarca e Integra Personal Branding, Brand Director de Omnia Branding, también colaboro con Ponte en Valor, Brandergizers, MoreThanLaw, Noema Consulting y Quifer Consultores.
Participo en diversos programas en IESE, ISDI y EAE, entre otras. Publicitario colegiado, Master en Marketing. Estudiante del grado de Humanidades.
Mi ADN publicitario viene de 20 años en agencias: Tiempo/BBDO, J.W.T., Bassat Ogilvy, Saatchi & Saatchi, Altraforma y TVLowCost entre otras.
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