La seducción está en horas bajas. ¿Qué está pasando?
Vemos un trailer de una película que nos seduce para ir a verla. Luego se verá si responde a las expectativas o defrauda.
En un mercado de barrio, un charcutero nos deja probar un poco de queso y nos seduce para comprar una pieza.
Vemos a un deportista famoso llevando unas zapatillas, y nos seduce la idea de tenerlas.
Me gusta escuchar “Lucía” de Serrat o “Amor particular” de Lluís Llach, dos obras de arte. Las dos me seducen tanto como para reproducirlas sin tregua. ¿soy raro?
¿Por qué entonces la seducción está muerta en la política española?
Nadie te puede obligar a sentir
La situación que está viviendo España con respecto a Cataluña, es de pura falta de seducción. Te pueden obligar a pagar impuestos, a circular por la derecha, a ser puntual en el trabajo, pero nadie puede obligarte a sentir. Seas español, argentino o chino. El sentimiento viene de la seducción (me gusta lo que me propones) y la convicción (me conviene), pero jamás de la obligación.
No consumo jamón ibérico porque sea andaluz o extremeño, lo consumo porque me gusta. Lo mismo me sucede con el queso cabrales, las anchoas del cantábrico o un buen Ribera de Duero. Y no pienso renunciar a eso pase lo que pase ¿soy raro?
Legalidad vs Legitimidad
Estamos asistiendo a un combate de boxeo en que los contrincantes son la legalidad contra la legitimidad. En un combate a tres asaltos, siempre ganará la legalidad, pero si es a 20 asaltos la legitimidad lleva las de ganar.
Por aclarar conceptos, mientras la legalidad genera obligación, la legitimidad genera responsabilidad (política o ética) y reconocimiento.
Lo triste de todo esto es que los que defienden la legalidad (Gobierno de España) y los que defienden la legitimidad (Gobierno de Cataluña) deban subir a un ring. ¿Por qué no en una mesa, sin golpes, con argumentos que seduzcan a la otra parte?
A un pueblo, o a una buena parte del mismo, no se le puede obligar a sentir algo que va contra sus valores. Y aunque algunos no lo entiendan, los valores de muchos catalanes son diferentes, ni mejores ni peores, solo distintos.
Cuestión de relato
Soy publicitario, y cuando hablo de seducción, hablo de emociones, de persuasión. El relato catalán ha conseguido seducir a la mitad de los catalanes para iniciar una relación distinta con España. Y nada menos que un 80% de los catalanes está dispuesto a votar para decidir entre continuidad o cambio. Por supuesto, ambas opciones son lícitas.
El Gobierno Español podía haber optado por seducción o desencanto. No ahora, hace unos años. Esgrimiendo el argumento único de la legalidad, el Gobierno se ha olvidado de seducir ¿Dónde está aquel Adolfo Suárez y aquel primer Felipe González de chaqueta de cuero que sedujeron con tanta fuerza para aceptar mayoritariamente “el cambio”?
¿Utopías?
Lo fácil siempre es echar la culpa al que no cumple la ley. Curiosamente, los grandes progresos de la humanidad han llegado gracias al diálogo, y también a poner por delante la legitimidad frente a la legalidad. Así ha sucedido en todas las revoluciones. Así se abolió la esclavitud, así se consiguió el voto femenino, romper el muro de Berlín…
Lo sé. En muchos casos esos cambios han comportado sangre, violencia. Pero en pleno siglo XXI hay otros caminos explorables. Y están a nuestro alcance.
Seducción o fuerza
Es posible que para el caso catalán sea demasiado tarde para seducir, y la única opción contemplable para el Gobierno Español sea la fuerza. Ese sería el fracaso de la legitimidad. La Moncloa puede conseguir una Cataluña aplacada y resignada a seguir como una Comunidad Autonómica ¿pero cuánto tiempo puede sostenerse un Estado-Nación, una idea tan caduca y obsoleta como la misma monarquía?
El Presidente del Gobierno Español puede ganar la actual batalla contra la independencia. Lo que está claro es que si no activa mecanismos de seducción, la mitad de los catalanes seguirán sin sentirse españoles.
Entender que la solución a esto pasa por tener vencedores y vencidos es retroceder 300 años y volver al Felipe V que abolió la instituciones catalanas y prohibió la lengua catalana. La historia demuestra que de nada sirvió. Esta lengua está más viva que nunca, y con ella, una cultura e idiosincrasia particulares.
Necesitamos pensadores con la mente despejada y sin creencias limitantes que piensen en cómo seducir. Y no valen políticos ni periodistas (ya que estos últimos dependen de las inversiones en publicidad de los políticos). Si no arranca esta iniciativa el divorcio está más que consumado. No es el fin del mundo, es un cambio de relación, es el fin de la seducción.
¿Alguna idea? (lo sé, soy raro).
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Convencido de que todo deja marca, ayudo a empresas a conectar mejor con sus stakeholders a través de programas de personal branding (gestión de marca personal) y employee advocacy (programas de embajadores internos de marca).
Socio de Soymimarca e Integra Personal Branding, Brand Director de Omnia Branding, también colaboro con Ponte en Valor, Brandergizers, MoreThanLaw, Noema Consulting y Quifer Consultores.
Participo en diversos programas en IESE, ISDI y EAE, entre otras. Publicitario colegiado, Master en Marketing. Estudiante del grado de Humanidades.
Mi ADN publicitario viene de 20 años en agencias: Tiempo/BBDO, J.W.T., Bassat Ogilvy, Saatchi & Saatchi, Altraforma y TVLowCost entre otras.
«El relato catalán»… Guillem. En esa expresión de tu propio artículo creo que está la respuesta a tu pregunta.
Conozco la Cataluña de a pie mucho menos de lo que me gustaría. Algunas visitas esporádicas a Barcelona, a Girona,… Admiración a un pueblo emprendedor, culto, nuestra punta de lanza en muchos ámbitos. Y luego lo que vemos en los medios. Y me precio de ver, leer y escuchar de todos los colores. Sólo me falta TV3 porque no entiendo el catalán. Aunque -un genial efecto colateral de la actual situación-, ya algo se nos va pegando a todos.
El relato catalán ha conseguido convencer a mucha gente de una especie de vasallaje a Madrid. España nos presiona, limita nuestra cultura, cercena nuestro idioma, menosprecia nuestras instituciones, socaba nuestra voluntad, España nos roba…
Mi impresión es que nada de eso se sostiene sobre realidades demostrables. Es… eso… un relato… Un relato que después de años de repetición y repetición… ha conseguido calar en toda esa masa de población que hoy está abocada a la frustrante realidad.
Legitimidad: cualidad de legítimo.
Legítimo (1): conforme a las leyes. ¿Alguien puede realmente defender que el gobierno catalán está actuando conforme a las leyes?
Legítimo (2): cierto, genuino y verdadero en cualquier línea. ¿Es cierto, genuino y verdadero en cualquier línea el relato del gobierno catalán?
¿Felipe V? Si la situación actual se pareciera mínimamente a la de tiempos de Felipe V… mínimamente… esas ansias de diferenciación no sé si legítimas, pero sí serían entendibles. En un siglo XXI ya avanzado, en el que las naciones más prósperas tienden a borrar fronteras y ceder soberanía en pro de objetivos más altos… ¿hay forma posible de seducir a quien lleva años retroalimentándose del mensaje contrario?
Vosotros, expertos en marca, incidís una y otra vez en la imperante confusión entre lo que uno deja ver y lo que realmente es. Entre la pantalla y la realidad. Entre los perfiles de las redes sociales y el recorrido de tu trabajo, de tus actuaciones. Esa es la marca de verdad, la que perdura.
Pero… ante los titulares llamativos, los mensajes simplones y las etiquetas de fácil reproducción… algunas personas, por interés directo o por comodidad sentimental, se entregan a lo primero que le cuentan y confunden relato y realidad. Viene la postverdad y hasta un tipo como Trump consigue arrastrar a las masas diciendo a plena luz del día que es noche cerrada. ¿Hay forma posible de seducir a quien compra relatos de este jaez?
Hola Rafa! Me alegra saber de ti de nuevo.
No soy de los que esgrime agravios. Mi vida transcurre entre Bcn, Madrid, Málaga, Valencia. Vivo casi en el tren. De hecho, te escribo desde el AVE. Me abono a la teoría del escritor Xavier Molins que habla de diferencias de calado en la forma de pensar, y distingue entre el conservadurismo y el progresismo. Te coloco una parte de uno de sus posts:
No sé si esto aclara la posición de una parte (no toda) de los catalanes, pero es bastante cercano a lo que creo que sucede. Un abrazo!
Ante todo felicitar porque me ha gustado la manera que tienes de enfocar el conflicto de Cataluna.
No soy muy de politicas y desde hace mucho tiempo no vivo en Espana, por eso me cuesta entender la situacion y las razones por las que Cataluna se quiere independizar al igual que las razones que tu expones.
Si hablamos de seduccion y sentimientos, soy andaluza , espanola y europea, y lo siento con mucho orgullo, y aun cuando he vivido en Asia, America u otros lugares mi familia y amigos me han estado siempre recordando mis raices y que no me dejara seducir por las facilidades de otros paises, por eso me da pena el pensar que las futuras generaciones de Cataluna van a estar incluso mas a favor del independentismo… lo mismo tenemos un problema de valores y no se esta ensenando la realidad?
Los independentistas, no se sienten españoles?, tampoco se sienten europeos?
Se dice que hay cosas del corazon que la razon no entiende, y sinceramente a mi me cuesta encontrar el raciocinio en el independentismo.
Con mucho respeto, Carmen
Hola Carmen, y ante todo gracias por escribir. Como dices es un tema complejo. Es difícil contestar a tu pregunta sobre si los independentistas se sienten o no españoles. Lo que es seguro es que se sienten más catalanes y europeos que españoles. Pero eso no es el todo. Se trata de un dilema entre pensamiento conservador o progresista. El escritor Xavier Molins lo recoge así:
Sé es difícil asumir que alguien pueda «no sentirse español» aún siéndolo, pero como digo en el post, el sentimiento se consigue por la vía de la seducción, no se ordena.
Un saludo, Carmen!